Insiste Marden en la eficacia del pensamiento para gobernar la conducta, y en esto no hace más que continuar el apostolado de los eminentes pensadores de toda época, pues ya dijo el libro de la Sabiduría que: "como un hombre piensa en su corazón, así es", y la virgiliana expresión: "mens agitat molem" denota que no es falacia de los psicólogos contemporáneos la eficiente virtud que en la acción atribuyen al pensamiento.

Quien a la lectura acompañe la meditación y con silente comentario la complete, echará de ver en esta obra que contra el común error de los escépticos no son las penas, adversidades y tribulaciones estorbo interpuestos por una voluntad extraña y superior al hombre para impedirle arbitrariamente que haga de su vida una obra maestra, sino que son, si bien se examina, las adecuadas resistencias y rozamientos en que ejercitar la potencia de su voluntad, para convertirse en auxiliar y colaborador de Dios, que en tanto equivale amarle y servirle en esta vida y hacer de ella una obra maestra cuyo fruto coseche en las luminosas regiones donde la eterna vida no deja lugar para el dolor ni la muerte.